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IECE-2020

Iglesia Evangelica Cristiana Espiritual

CNm7wVSQbK

La sangre del nuevo pacto

marzo 26, 2019 Por CNm7wVSQbK

“Asimismo también el vaso, después que hubo cenado, diciendo: Este vaso es el nuevo pacto en mi sangre, que por vosotros se derrama”. San Lucas 22:20. 

La sangre de Cristo: Precio del rescate de las almas.
Nuevo: Que es diferente y distinto respecto a lo que existía o se conocía antes. 
Pacto: Acuerdo entre dos o más personas.

El pacto antiguo establecido por Dios con la nación hebrea observaba un medio para expiar el pecado del pueblo y era éste el sacrificio de los animales cuya sangre serviría para expiación; la palabra de Dios dice así: “Porque la vida de la carne en la sangre está: y yo os la he dado para expiar vuestras personas sobre el altar: por lo cual la misma sangre expiará la persona.” Lv.17:11. La ley de Moisés decía: “…y sin derramamiento de sangre no se hace remisión.” He. 9:22. 

Estos sacrificios observados en la ley tenían una limitada efectividad, por eso se efectuaban continuamente. El Apóstol San Pablo, en su carta a los hebreos, dice lo siguiente: “Porque la ley, teniendo la sombra de los bienes venideros, no la imagen misma de las cosas, nunca puede, por los mismos sacrificios que ofrecen continuamente cada año, hacer perfectos a los que se allegan. De otra manera cesarían de ofrecerse; porque los que tributan este culto, limpios de una vez, no tendrían más conciencia de pecado. Empero en estos sacrificios cada año se hace conmemoración de los pecados. Porque la sangre de los toros y de los machos cabríos no puede quitar los pecados. ” He.10:1-4. 

El Señor Jesucristo, en la celebración de la pascua que el pueblo de Israel celebraba cada año, dejó asentado el alcance de su sacrificio: “Y les dijo: En gran manera he deseado comer con vosotros esta pascua antes que padezca; Porque os digo que no comeré más de ella, hasta que se cumpla en el reino de Dios. Y tomando el vaso, habiendo dado gracias, dijo: Tomad esto, y partidlo entre vosotros; Porque os digo, que no beberé más del fruto de la vid, hasta que el reino de Dios venga. Y tomando el pan, habiendo dado gracias, partió, y les dio, diciendo: Esto es mi cuerpo, que por vosotros es dado: haced esto en memoria de mí. Asimismo también el vaso, después que hubo cenado, diciendo: este vaso es el nuevo pacto en mi sangre, que por vosotros se derrama.” Lc. 22:15-20. 

El sacrificio de Cristo fue hecho una sola vez y su sangre redentora tiene alcances para cubrir los pecados de toda la humanidad, como lo refiere la palabra bendita cuando dice: “Así también Cristo fue ofrecido una vez para agotar los pecados de muchos…” He. 9:28. 

También capacita cuanto a la conciencia de cada hombre para un servicio de entrega a Dios. El apóstol San Pablo escribe a los Hebreos y les dice: “… ¿Cuánto más la sangre de Cristo, el cual por el Espíritu eterno se ofreció a sí mismo sin mancha a Dios, limpiará vuestras conciencias de las obras de muerte para que sirváis al Dios vivo?” He. 9:13-14. Y también dice la palabra: “Porque con una sola ofrenda hizo perfectos para siempre a los santificados.” He. 10:14. 

Amada Iglesia, por los méritos gloriosos de nuestro bendito Salvador hemos alcanzado todos los beneficios para desarrollar la vida de una nueva criatura; como tales, sirvamos a Dios con temor y reverencia. Participemos del glorioso memorial que él dejó establecido para su pueblo, recordando su muerte cada vez que lo hagamos hasta que él venga por nosotros. 

Dios los bendiga. 

El Testigo de la Fe Apostólica Marzo 2014  Seccion Doctrinal

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En memoria de mi

marzo 26, 2019 Por CNm7wVSQbK

Asimismo tomó también la copa, después de haber cenado, diciendo: Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre: haced esto todas las veces que bebiereis, en memoria de mí. 1 Co. 11:25

El Apóstol San Pablo repite estas palabras que con anterioridad ya habían sido dichas por el Señor Jesucristo y hablan de la Santa Cena.

El gran memorial de la santa cena fue instituida por Nuestro Señor Jesucristo, durante la reunión que tuvo con sus discípulos antes de ser entregado para ir al Gólgota y morir por nuestros pecados, para llevar a cabo la celebración de la última pascua establecida al pueblo Hebreo en Egipto. 

Habla el Señor Jesucristo a sus discípulos y les dice: “En gran manera he deseado comer con vosotros esta pascua antes que padezca; Porque os digo que no comeré más de ella, hasta que se cumpla en el reino de Dios.” Lc. 22:15-16. “Y tomando el vaso, habiendo dado gracias, dijo: Tomad esto, y partidlo entre vosotros; Porque os digo que no beberé más del fruto de la vid, hasta que el reino de Dios venga.” Lc. 22:17-18. “Y tomando el pan, habiendo dado gracias, partió, y les dió, diciendo: Esto es mi cuerpo, que por vosotros es dado: haced esto en memoria de mí. Asimismo también el vaso, después que hubo cenado, diciendo: Este vaso es el nuevo pacto en mi sangre, que por vosotros se derrama.” Lc. 22.19-20. 

El Apóstol San Pablo, sobre el particular, dice lo siguiente: “Porque yo recibí del Señor lo que también os he enseñado: Que el Señor Jesús, la noche que fue entregado, tomo pan; Y habiendo dado gracias, lo partió, y dijo: Tomad, comed: esto es mi cuerpo que por vosotros es partido: haced esto en memoria de mí. Asimismo tomó también la copa, después de haber cenado, diciendo: esta copa es el nuevo pacto en mi sangre: haced esto todas las veces que bebiereis, en memoria de mí. Porque todas las veces que comiereis este pan, y bebiereis esta copa, la muerte de Señor anunciáis hasta que venga.” 1 Co. 11:23-26. 

Celebrar la Santa Cena, es reflexionar en lo que hizo el Señor Jesucristo por nosotros, es cumplir con la orden que el Señor nos da, es recordar siempre lo que tiene un gran valor espiritual para nosotros. Es hacerlo como dice su palabra, es tener presente este memorial. Recordando su muerte porque en ella tuvimos todos los beneficios que nos habilitan para vivir en este reino de gracia y hacerlo hasta que él venga. Dios les bendiga.

El Testigo de la Fe Apostólica Febrero 2013  Sección Doctrinal

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Propósitos para un nuevo año

diciembre 29, 2018 Por CNm7wVSQbK

Estimada juventud: Han pasado los días y los meses, y en la coyuntura del Fin de Año y Año Nuevo, nos detenemos para reflexionar acerca de las muchas bendiciones que Dios nos proveyó. Observamos cómo algunos ya no están con nosotros, los llamó el Señor a su presencia; otros, vienen llegando al Reino de Dios… y nosotros, por la gracia y misericordia divina, aquí vamos caminando hacia la meta propuesta. 

Es muy común hablar de propósitos en estos tiempos; sin embargo, hay una marcada diferencia entre un Propósito como intención y un Propósito como Meta. El primero puede o no realizarse; lograr el segundo, marca el éxito en tu vida. Y como todo Joven Cristiano queremos que nos vaya bien en la Vida, queremos tener éxito en nuestra carrera cristiana; aun los jóvenes no bautizados quieren tener éxito en sus vidas. 

¿Cómo lograrlo? Para responder a lo anterior pregúntate: ¿Cuáles son mis propósitos? Tener un objetivo claro y determinación para alcanzarlo, a pesar de lo difícil que pueda resultar, son puntos importantes que se viven mientras se tiene en la mente y el corazón la meta propuesta. 

HONRAR A DIOS. Tenemos como ejemplo el propósito de aquellos jóvenes hebreos, quienes fueron requeridos por parte del rey para adorar la estatua que había edificado; la determinación y confianza de ellos fue: “No cuidamos de responderte sobre este negocio. He aquí nuestro Dios á quien honramos, puede librarnos del horno de fuego ardiendo; y de tu mano, oh rey, nos librará.” Ellos tuvieron como bendición de parte de Dios ser protegidos mientras estaban en medio de las llamas, paseándose Él en medio de ellos, y el fuego no se enseñoreó de sus cuerpos, ni cabello de sus cabezas fue quemado, ni sus ropas se mudaron, ni olor de fuego había pasado por ellos, honrando Dios a estos jóvenes, trayendo a la memoria las palabras de nuestro Dios: “Yo Honraré a los que me honran.” (Daniel, capítulo 3). 

HONRAR A NUESTROS PADRES. La palabra de Dios nos muestra cómo detrás de un Propósito hay una bendición. Veamos a los hijos de Rechâb: tenían en su corazón el propósito de guardar la enseñanza de su padre de no beber vino y cuando viene la prueba para ellos, donde el profeta Jeremías por ordenanza de Jehová les pone copas llenas de vino y les ordena: Bebed vino, ellos dijeron determinantemente: “No beberemos vino; porque Jonadab hijo de Rechâb nuestro padre nos mandó, diciendo: No beberéis jamás vino vosotros ni vuestros hijos”. La bendición para ellos fue la siguiente: “Porque obedecisteis al mandamiento de Jonadab vuestro padre, y guardasteis todos sus mandamientos, é hicisteis conforme á todas las cosas que os mandó; Por tanto, así ha dicho Jehová de los ejércitos, Dios de Israel: No Faltará varón de Jonadab, hijo de Rechâb, que esté en mi presencia todos los días.” (Jeremías, capítulo 35). 

Y Finalmente el mismo testimonio de Daniel, que al ser llevado de su raíz hebrea a Babilonia se le indica que debe comer de la comida del Rey, una comida diferente a la que estaba acostumbrado; sin embargo dice la escritura: “Y Daniel propuso en su corazón de no contaminarse en la ración de la comida del rey, ni en el vino de su beber: pidió por tanto al príncipe de los eunucos de no contaminarse.” HONRÓ A DIOS NO CONTAMINANDO SU CUERPO, no contaminándose de alimentos inmundos, y detrás de este propósito la bendición de Dios para él fue: “Y puso Dios á Daniel en gracia y en buena voluntad con el príncipe de los eunucos. Y al cabo de los diez días pareció el rostro de ellos mejor y más nutrido de carne, que los otros muchachos que comían de la ración de comida del rey. (Daniel, capítulo 1). 

Apreciado Joven: Para el año que inicia forja en tu corazón estos propósitos: Honrar a Dios y Honrar a tus padres en todo lo que dices y en todo lo que haces y verás que la bendición de Dios no se dejará esperar. Tu vida será UNA VIDA CON PROPÓSITO. 

Dios te bendiga. 

El Testigo de la Fe Apostólica Diciembre 2012  – Sección Juvenil

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La dadiva de Dios

diciembre 14, 2018 Por CNm7wVSQbK

San Juan 3:16

Dádiva: Don o cosa que se da gratuitamente. 

Lo que quiso decir el Espíritu Santo en el texto de base cuando se refiere a la expresión: HA DADO A SU HIJO UNIGÉNITO, no se trata de una simple acción como quien da una cosa material o un obsequio a alguien que lo recibe. Algo así como que el que da una cosa se queda sin lo que dio porque ahora la tiene el que la ha recibido. Si aplicamos este razonamiento a Dios y a su Hijo Jesucristo, podríamos confundirnos pensando que Dios se quedó sin su Hijo unigénito porque lo dio al mundo. ¿Será así lo que quiso decir el Santo Espíritu en su palabra? ¿Se interpretará la dádiva de Dios como un simple regalo? CLARO QUE NO. El mismo texto de base tiene la explicación, al decir: para que todo aquel que en Él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Entonces, no se refiere a algo material. La dádiva de Dios, que es Nuestro Señor Jesucristo, se refiere a la obra maravillosa de la salvación hecha por el mismo Cristo y ofrecida a la humanidad para que creamos en Él. 

Le dijo uno de los malhechores que estaban crucificados junto a Él: “Acuérdate de mí cuando vinieres á tu reino. Entonces Jesús le dijo: De cierto te digo, que hoy estarás conmigo en el paraíso.” Lc. 23:42-43. Hermoso ejemplo, donde vemos la dádiva de Dios, que es vida eterna, a un malhechor que creyó de todo corazón. 

Ya en el tiempo presente, entendemos que la dádiva de Dios es Cristo. Y dice la escritura que el Señor Jesucristo es Espíritu: “Porque el Señor es el Espíritu; y donde hay el Espíritu del Señor, allí hay libertad.” 2 Co. 3:17. Reafirmando que El Señor es el Espíritu, dice el mismo Cristo: “Porque donde están dos ó tres congregados en mi nombre, allí estoy en medio de ellos.” Mt. 18:20 cuando habla de estar en medio está en Espíritu. 

Al recibir esta dádiva en el corazón del hombre, éste cree y el efecto se mira en él. Dice la escritura que ahora son hijos de Dios: “Mas á todos los que le recibieron, dióles potestad de ser hechos hijos de Dios, á los que creen en su nombre” Jn. 1:12. Además de lo anterior, deja de ser siervo del pecado para ser hijo y heredero de Dios: “Así que ya no eres más siervo, sino hijo, y si hijo, también heredero de Dios por Cristo.” Ga. 4:7. 

Además de ser hijo, Lleva mucho fruto. “Yo soy la vid, vosotros los pámpanos: el que está en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque sin mí nada podéis hacer.” Jn. 15:5 Es capaz de vivir en santidad y apartado de toda especie de mal con la ayuda de Dios. “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece“. Fil. 4:13. 

Como el Señor es el Espíritu, ahora los que reciben esta dádiva son guiados por el espíritu y dan los siguientes frutos: “Mas el fruto del Espíritu es: caridad, gozo, paz, tolerancia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza…” Ga. 5:22-23. 

Celebremos esta hermosa dádiva de amor, recordando que desde que Cristo nació en nuestros corazones, Él ha iluminado nuestro camino y nos ha llenado de verdadera paz y gozo por el Espíritu Santo. 

Dios les bendiga. 

El Testigo de la Fe Apostólica Noviembre 2012 Sección Doctrinal 

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Avívame en tu camino

noviembre 16, 2018 Por CNm7wVSQbK

Avivar: Animar, vivificar, reanimar, encender. 

David, el rey de Israel, manifiesta su preocupación por mantener un estado de ánimo vivo en su servicio al Todopoderoso. Ciertamente él tenía muchas cosas que hacer en su calidad de rey, y aunque muy pocos se atreverían a cuestionar sus decisiones, él no desestimaba la ayuda del Señor en la realización de sus tareas. El rey rogaba a Jehová que cada una de sus acciones se apegara a los mandamientos del Señor, que en su corazón hubiera tal temor que aun en el pensamiento no divagara de los santos mandamientos, que siempre mantuviera viva en su corazón la justicia de Dios para no pecar contra Él. “Tú encargaste Que sean muy guardados tus mandamientos. ¡Ojalá fuesen ordenados mis caminos A observar tus estatutos! Entonces no sería yo avergonzado, Cuando atendiese á todos tus mandamientos. Te alabaré con rectitud de corazón, Cuando aprendiere los juicios de tu justicia. Tus estatutos guardaré: No me dejes enteramente.” Sal. 119:4-8. 

Ciertamente el camino de Dios es gratificante, maravilloso y pleno de gozo celestial; pero este sendero santo se transita en medio del mundo de maldad; los peligros acechan a cada paso, el adversario intenta continuamente hacer resbalar nuestro pié, amargar nuestro corazón, desanimar al peregrino. “Sed templados, y velad; porque vuestro adversario el diablo, cual león rugiente, anda alrededor buscando á quién devore.” 1P. 5:8. 

Cuando el cristiano se deja deslumbrar por la vanidad de este mundo mengua su resistencia, se apaga su fe; su ánimo de seguir a Cristo se extingue poco a poco y está cercano a la muerte. 

David sabía las consecuencias de perder el enfoque, pero también sabía cómo contrarrestar esos efectos y en nuestro versículo de base nos da la fórmula del triunfo: 1.-“Aparta mis ojos, que no vean la vanidad…” y 2.- “…Avívame en tu camino.” Caminamos en medio de vanidad, vivimos y nos movemos en un ambiente hostil, pero la presencia de Dios en nosotros nos impedirá mirar o amar la vanidad; en consecuencia, nuestro ánimo crecerá, seremos vivificados en su justicia, en la observancia de sus mandamientos y jamás desmayaremos. San Pablo el apóstol de los gentiles lo definió así: “POR tanto nosotros también, teniendo en derredor nuestro una tan grande nube de testigos, dejando todo el peso del pecado que nos rodea, corramos con paciencia la carrera que nos es propuesta, Puestos los ojos en el autor y consumador de la fe, en Jesús; el cual, habiéndole sido propuesto gozo, sufrió la cruz, menospreciando la vergüenza, y sentóse á la diestra del trono de Dios. Reducid pues á vuestro pensamiento á aquel que sufrió tal contradicción de pecadores contra sí mismo, porque no os fatiguéis en vuestros ánimos desmayando.” He. 12:1-3. 

Queridos hermanos: Que el fuego del Espíritu Santo arda cada día más en nuestro corazón; que así como el Señor encendió la ofrenda del profeta Elías en el monte Carmelo y como encendió la zarza en el Sinaí, así avive nuestro Corazón en su santo camino y entonces, en los momentos difíciles, diremos como el profeta Jeremías: “…Empero fue en mi corazón como un fuego ardiente metido en mis huesos…” Jer. 20:9. 

Dios les bendiga.

El Testigo de la Fe Apostólica Noviembre 2012  Sección Varonil

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